9 feb 2012

La vida como una noria

He de admitir que me sorprenden ciertos hechos que se desarrollan a mi alrededor. Lo que hace dos semanas me parecía importante, ahora me parece superfluo, y lo que ignoraba por su nimiedad ahora requiere buena parte de mi atención.

Y es que, como todo en esta vida, los hechos son totalmente imprevisibles y aleatorios. Y nosotros, pobres observadores con poco margen de movimiento, observamos los designios. ¿De quién? ¿Destino? ¿Azar? ¿Zordon? No, de nuestros actos.

Todo está relacionado. Si le das una patada a una pierda puede no suceder nada de lo que te percates. Es igual con todo: tus actos condicionan el delicioso devenir, que puede pintar a los cuatro jinetes del apocalipsis en el cielo o a una aurora boreal.

No obstante, nos empecinamos con no vivir las vivencias. Miedo, odio, disidia, asco, repulsión, temor, pavor y demás cosas bonitas nos echan para atrás, como obligándonos a seguir una vida gris y anodina. Y caemos, oh si caemos. Hacemos caso a sensaciones que nos dicen "Hey, eso no es bueno, no lo compruebes", y no lo comprobamos. Somos así por naturaleza, la aventura que nos gusta vivir cuando somos críos desaparece con el primer vello púbico, y preferimos vivir en la sombra a salir al sol. ¿Y es malo, Steven? No, pero tampoco es bueno.

¿Es bueno el blanco y malo el negro? No es tan fácil. La forma que toma el jarrón de nuestra vida lo moldeamos nosotros con nuestras manos, y son nuestros sentimientos los que remarcan las líneas del dibujo de nuestra existencia. Pero, desde luego, una vida sin riesgo, sin seguro, sin posibilidad de retorno, no es vida, solo es existencia. Porque esto, lo que experimentamos día a día y que en cualquier momento puede cesar, ha de ser maravilloso. Y son nuestros méritos los que lo hacen brillante u oscuro. Por supuesto, alguien que no ha probado nunca un alimento te dirá que le gusta más otro... hasta que lo prueba.

Esta sucesión de experiencias y vivencias la podemos afrontar de infinidad de maneras pero, ¿qué mejor forma de hacerlo que experimentando y viviendo situaciones nunca antes vistas? Nadie sabe si tendremos una segunda oportunidad de volver a vivir y, aunque crea en la resurrección, no quiero irme sin haber probado los manjares más exquisitos, haber catado los olores más exóticos y haber sido víctima de los sentimientoss que han dominado al ser humano en toda su existencia. Vivir, no sobrevivir.

Steven Christiansen

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