5 feb 2012

Entre otras cosas

Me doy cuenta que, en los anteriores textos, he detallado puntos de vista quizás con cierta totalidad. No es mi intención, y la gente que me lee le gusta lo que lee, pero he de rendirme a la evidencia de que, detrás de las palabras de este blog, y de las emociones que puedan transmitir, hay una persona.

No acostumbro a hablar de mí, lo veo un soberano exceso de egocentrismo y una falta de respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Pero bueno, supongo que, de los pocos en los que puedo confiar, ninguno está disponible a escucharme, por lo que tragaré con ello.

¿Y que es ello? Mi mente es ello.

Desde que era joven, mi mente ha funcionado de una forma que, si bien para mi es natural, para los demás puede resultar compleja. No, no tengo ningún tipo de deficiencia, ni mi CI roza el de Einstein ni nada por el estilo. Soy normal, pero maquina a otro ritmo. Confío en la gente, quizás en exceso, lo que me ha llevado más de una vez a llevarme palos, E sabe de lo que hablo. Mi imaginación es compleja, pero la uso tan bien como me permite, ya que la mayoría del tiempo divago entre historias aún por contar.

Sin embargo, mi mayor defecto es que, como si del aprendiz de Houdini se tratara, creo unas ilusiones dignas del último nivel de Origen. Expectativas levantadas con arena y agua de mar que, al primer golpeo de la más suave ola, se derrumba. Detesto eso de mí, quizás lo que más, me hace creer en lo que puede que nunca suceda. Que digo, nunca sucede nada tal y como esperamos. Podemos imaginar un paseo por la playa de punta a punta, siguiendo una ruta predefinida, pero a la hora de la verdad nunca ocurre. Sucede lo mismo con todo: da igual lo que pensemos, no sucederá con exactitud.

Mi problema es que no acostumbran a suceder, ni tan siquiera de forma similar. Las expectativas las convierto con una sencillez pasmosa en ilusiones y, como es lógico de deducir, no hay base que soporte esos castillos de naipes. Y bla, bla, bla...

A veces desearía no sentir la decepción con tanta asiduidad. Ser como los demás, vivir una vida con altibajos en una línea gris y sin brillo. Podría decir mil palabras, expresar mil situaciones y, aún así, no podías entender lo que yo estoy a mitad de conocer. Algunos desea poder, otros conocimientos, y la mayoría ambos. Sin embargo, no se puede vaciar un litro de agua en un vaso de chupito. Intento que mi vaso llegue a ser una jarra, pero el mecanismo con el que doy forma al cristal está anticuado. Pero no sé hacerlo de otra forma, y lo que me podría llevar unos años, me puede llevar toda la vida. No estoy dispuesto a aceptar que mi cristal quiebre con el paso del tiempo, o con el manejo del mismo. Quiero darle utilidad al potencial que tengo dentro.

Hay veces en las que la felicidad y la decepción chocan como dos planetas, aunque dichos planetas sean diferentes. La regla de Steven dice que siempre ganará la negativa, me baso en mis conocimientos, tanto personales como profesionales.

Hoy no debería haberme levantado de la cama.

Steven Christiansen

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