29 ene 2012

Nosotros y nosoutros

No puedo negarlo, soy una persona que piensa, y mucho, sobre lo que ve y lo que escucha.

Hace cosa de un año, E me propuso que empezara a ver Fringe, serie estadounidense que trataba de sucesos paranormales. Oh, otra serie estilo Expediente X. A pesar de que fuera él quien me introdujo al mundo de las drogas de Breaking Bad, deseché la idea. Pero, con el tiempo, acabé viéndola.

Antes de verla, no tenía una idea muy clara de todo lo que representa el continuo espacio-tiempo. Vivimos y morimos, sencillo. Existe un destino y, a pesar de estar escrito, podemos elegir nuestro camino entre las ramificaciones que ya existen para nosotros. Pero después de ver Fringe, mi mentalidad ha cambiado, principalmente en:

¿Quién soy?

Sí, lo sé, pregunta recurrente con infinidad de respuestas posibles. Pero no es a lo que voy. ¿Quién podríamos ser? Otra cuestión que nos obliga a hacer cábalas sobre momentos y lugares puntuales. ¿Quién debería ser? ¿Quién estoy destinado a ser? ¿Quién puedo ser?

¿Quién puede ser yo?

Quizás esa pregunta, querido/a lector/a, nunca te la hayas planteado. ¿Has pensado en un universo paralelo alguna vez? Claro, si lees esto ya habrás imaginado la situación: una versión totalmente opuesta a la tuya. ¿Cómo sería? ¿Mejor? ¿Peor? Sencillamente, sería. A veces, para discernir quiénes somos, debemos pensar en quiénes no somos, y como podemos llegar a ser. Si, es un poco enrevesado, pero piénsalo. ¿Cómo serías si fueras diametralmente opuesto a como eres ahora? ¿Cómo se habría desarrollado tu vida? ¿Serías feliz? ¿Lucharías por lo que te importa? Y si, en algún espacio-tiempo realmente existiese un universo paralelo, ¿querrías saber como es tu otro yo? ¿Estarías dispuesto a escuchar y a aprender de él/ella, y a que él/ella escuchara y aprendiera de ti?

Quizás no haya nada ahí arriba que merezca más de diez minutos de pensamiento, pero no quiero que pienses en que hay una versión de ti mismo, sino en como sería el punto medio. La tercera cara de la moneda, el canto. Si tu, como personalidad, estuvieras en el extremo de una línea, y pudieras figurarte como sería el otro extremo, ¿no preferirías el equilibrio existente entre ambos extremos? Entre el exceso y el defecto, ¿podrías cambiar hasta convertirte en la virtud?

Yo creo que podemos.

Steven Christiansen

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