14 ene 2012

Seconds, minutes, hours

Partamos de la base de que, ante todo, vivimos en una linea recta, en la cual todo sucede en un momento y un lugar exacto. Por ende, nada escapa al continuo espacio-tiempo, del que somos esclavos.

A veces me pregunto, ¿qué es la vida? ¿Solo una mera forma de existencia? ¿Un regalo de Dios? ¿Una enmarañada forma de unir probetas en un entorno en pos del superviviente alfa? Supongo que nadie tiene la respuesta única ya que, en nuestro infinito espacio, todos somos igual de diferentes.

Sin embargo, veo el mundo como una carrera, en la cual todos quieren llegar a la meta con méritos y logros que le otorguen mayor importancia en la posición, como si de un top se tratara. Muchos viven corriendo, creyendo que todo ha de ser hecho antes de que no se pueda hacer: la carrera, la descendencia, el trabajo, esa pequeña pasión oculta que todos desarrollamos... Pero, ¿de que sirve vivir si no podemos disfrutar de ella?

Cuando viajamos, sacamos fotos de miles de sitios que jamás hemos visto antes o, en su defecto, que hemos visto en Internet o en revistas. Monumentos, edificios, partes de la naturaleza cuyo simbolismo y belleza son dignos de admiración. El problema reside en que, todo ello, estará para siempre.

Y nosotros no.

Pagamos muchas veces sin sacar la billetera. Las decisiones que tomamos marcan el camino, además de la forma y de la compañía. Creemos ciegamente que lo que hacemos está bien, si parar a pensar si realmente es lógica nuestra actitud. Pasamos segundos, minutos, horas, días incluso viviendo con sentimientos que se alejan de nuestro ideal del bienestar, y ello nos marcan nuevas rutas, pero nunca nos paramos a pensar que es lo que realmente queremos. No vivimos, sobrevivimos.

Muchas veces me atormenta no hacer lo que creo que debo hacer por miedo a que el tiempo se me acabe. Pero como le dije a D una mañana de domingo, "si no ha ocurrido, no tiene sentido pensar qué hubiera pasado si sí hubiera ocurrido". Los momentos son irrepetibles, pero son, y condenarnos porque hayan salido de una forma inesperada nos perjudica. Creemos que corriendo, recuperando terreno, recuperaremos espacio con las manecillas del reloj. Pero no es así.

Hay que vivir, pero vivir de verdad. La vida es una carrera, si, pero os aseguro que nadie quiere llegar al final.  Pero hemos de llegar. Hasta entonces, ¿por qué correr? Todo sigue un curso natural, como la marea del mar en la costa. Hasta que se entienda que no podemos ni sumar ni restar en nuestro reloj personal, no sabremos disfrutar de lo que es la vida: una línea repleta de sentimientos, sensaciones y vivencias. Vivir la vida sin esperar nada a cambio.

Steven Christiansen

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